martes, 21 de mayo de 2013

Grandes teóricos y hombres de acción


En primer lugar, me gustaría agradecer a todas las lectoras y lectores las aportaciones derivadas del último artículo, y lo cierto es que me ha sorprendido positivamente que halla habido tantas reacciones a mi artículo en diversos grupos de debate del facebook.

Pero de todos los debates que se han generado, el más largo e interesante es el que tuvo lugar en el grupo de Unión por la Tercera República, en el cual hubo aportaciones diversas, pero donde dos tertulianos encarnaron dos posicionamientos que creo que son un fiel reflejo de lo que ha sido la mobilización política en general: el posicionamiento más teórico-intelectual, y el posicionamiento más práctico y basado en la actuación.

Es un debate que en múltiples ocasiones a lo largo de la historia se ha dado. El antagonismo entre los considerados como grandes teóricos e intelectuales, con preciosas reflexiones y análisis, respecto a los hombres de acción, apreciados debido a que se ganaban el respeto no con palabras sino con hechos, ha sido generado a menudo entre seguidores de ambas tendencias. El año pasado vi no pocos debates en grupos del facebook entre defensores y detractores del alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez

Gordillo (reconozco que en aquellos tiempos yo me hallaba entre los segundos, pero más adelante rectifiqué), y el punto de desacuerdo era precisamente ese. Muchos vieron a Gordillo como, efectivamente, un hombre de acción, y por ello hubo críticas profundas y bastante gratuitas hacia la figura de Julio Anguita, catalogándolo de intelectual que no pisa la calle. También a menudo se han visto descalificaciones similares entre estalinistas y
trotskistas, considerando los primeros a los segundos como intelectuales alejados de la realidad. Y actualmente,  la imagen que se tiene de muchos políticos de izquierdas es precisamente esa: la de grandes intelectuales, grandes teóricos, pero que desconocen la realidad de la calle por no haberla vivido en sus propias carnes.


De hecho, en los comicios electorales de los últimos años han salido candidaturas minoritarias como setas, muchas de ellas fruto de fusiones de partidos históricos y minoritarios, todas intentando hacerse un hueco en el podrido espacio electoral para lograr algún tipo de cambio. Parecía que el descrédito
hacia la clase política y los partidos mayoritarios podía ser suficiente para que estas candidaturas tuvieran la oportunidad de demostrar que existen alternativas, y pueden construirse, pero todas estas candidaturas se quedaron en agua de borrajas. Y el problema fue precisamente ese: la gran mayoría de las candidaturas minoritarias (por no decir todas ellas) eran fruto de grandes debates y de excelentes ideas, y estaban formados por grandes intelectuales, pero dichos partidos desaparecían del mapa cuando dejaba de haber comicios. Sus reuniones se producían de pascua sanjuán, y sólo se les volvía a ver en la calle (si es que se los volvía a ver) en las manifestaciones, o en actos muy concretos por fechas señaladas (como el 14 de abril o el 11 de septiembre). 

Esta es la cara de la moneda, y la cruz lo fue el movimiento 15-M. Vimos como las masas salían a la calle, llegando a acampar para alargar las protestas, de forma completamente espontánea. Pura acción del pueblo, y grandes asambleas abiertas a todos, pero desgraciadamente no existía ningún marco teórico que le diera fondo al movimiento, ni tampoco quería tenerlo. El movimiento en sí en sus inicios se diluyó ahogado en su propia pluralidad, pero dejando un referente y un gran legado respecto a lo que significa la lucha en la calle. Por fin se dio el primer paso y se demostró que salir a la calle siempre es útil.

Pero las dos tendencias no nos son útiles enfrentadas, sino más bien al contrario: deben ser dos caras de una misma moneda. Teoría sí, pero acción también. Como decía Cayo Lara en la entrevista que ha ofrecido esta mañana en TVE1, la PAH y demás asociaciones ciudadanas han logrado generar un tejido mobilizador que está acercando la democracia al pueblo, pero eso no significa que tengan que materializarse como partidos políticos como les recomienda repetidamente la derecha. Y de hecho, los partidos del poder a menudo repiten como loros la misma descalificación:

- ¡Menos hacer tanto el imbécil y molestar! ¡Si queréis cambiar las cosas, formad un partido y presentaos a las elecciones!

Como siempre, la clase política demostrando su mediocridad y total analfabetismo respecto a qué es verdaderamente la democracia. Pero, ¿quién dijo que ellos fueran la solución a nada?

Así, las asociaciones y plataformas ciudadanas son la acción, y los partidos son la teoría. Pero los partidos deben sumarse a la acción, y las asociaciones y plataformas aceptar que existe la teoría. Porque ambas corrientes aisladas no logran nada, pero unidas son el motor del cambio que nos puede traer una verdadera democracia.

Porque, como siempre digo y repito, ellos no nos la traerán. Tenemos que crearla nosotros mismos.

Necesitamos grandes teóricos, pero también hombres de acción.

ECG.

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