martes, 24 de marzo de 2015

La "catalanización" de Andalucía


Hace dos años, en una época en que escribía bastantes artículos (y la mayoría espantosamente malos), se me ocurrió lanzar la atrevida idea de que España se "catalanizara" en vez de que Cataluña se "españolizase" como proponía el ministro Wert. Y en las últimas elecciones andaluzas, he podido ver que, efectivamente, Andalucía ha seguido el ejemplo de Cataluña, pero desgraciadamente sólo en lo malo.

Andalucía podía haber imitado a Cataluña en muchas cosas. Podría haber empezado a defender de verdad su historia y su cultura, riquísima y preciosa, y promocionarla más allá del folklorismo. Podría haber recuperado su autoestima como pueblo y reivindicar lo que es suyo, y pedir dejar de ser pisoteada por el gobierno español. Podría haber implantado movimientos asociativos y vecinales realmente efectivos y luchar por la participación ciudadana. Podría haber hecho muchísimas cosas, y todas ellas le hubiesen significado un gran bien. Pero no. Ha imitado a Cataluña, pero por desgracia, en lo malo.

El PSOE en Andalucía y CiU en Cataluña se han convertido en los partidos "propios" de las autonomías. En los caciques, amos y señores de los reinos de taifas autonómicos que algunos grotescamente pretenden vender como federalismo moderado. Se nutren de un voto identitario, de una gran masa de gente que confunde votar a un determinado partido con votar lo que es propio, con votar "a los de aquí". Y sus votantes son fieles fanáticos de su marca desde hace muchos años, están al día de la completa actualidad de todo lo que hacen y lo ven como grandes aciertos y avances, y detestan todo lo que hagan sus adversarios políticos y su principal preocupación política es exagerar la importancia de los fallos de los contrarios hasta darles proporciones caricaturescas, minimizando o relativizando todos los errores que pueda cometer el partido propio. Y lo peor de todo: no les afectan lo más mínimo las noticias sobre corrupción de su partido. Y aunque tengan las pruebas delante y estas sean innegables, ellos las niegan. Porque su partido es como su equipo de fútbol: están con ellos ganen o pierdan, lo hagan bien o lo hagan mal.

Y por si su gran masa de votantes "zombis" no fuera suficiente, encima ambos partidos en sus correspondientes "dominios" tienen una enorme red clientelar, en Andalucía por medio de los subsidios, en Cataluña por medio de los negocios. Una telaraña que crea espirales de dependencia muy difíciles de romper, y cuyos beneficiarios temen perder si su partido no gobierna. Entre el fanatismo y el miedo al cambio se mantienen en el poder, hegemónicos, y controlando gran parte de los medios de comunicación autóctonos.

¿Cuál será el siguiente paso? ¿El PSOE de Andalucía decidirá empezar a echarle las culpas de todo al gobierno de Madrid, a acusar al PP de todos sus problemas, como hace CiU? Ah, no, esperen... Que ya lo hace. Entonces... ¿El PSOE de Andalucía decidirá traer caras nuevas y refundarse para intentar vender la imagen de que han cambiado, como hizo CiU en el 2010? Ah, no, esperen... ¡Que también lo han hecho! Entonces, ¿culparán a los catalanes de todos sus problemas, igual que gran parte de los votantes convergentes ven en Andalucía la fuente de todos los males? Un momento... ¡También lo hacen!

Andalucía y Cataluña, esencialmente distintas, pero similares en lo negativo. Y por si fuera poco, ahora tienen en su parlamento a un partido genuinamente catalán, pese a negar todo tipo de catalanidad y ejercer un nacionalismo español rancio, de la vieja escuela borbónico-franquista. En Cataluña algunos acusan a Podemos de lerrouxismo, cuando el partido sucesor de las ideas de Lerroux lleva desde el 2006 en la Generalitat. Y ahora han llegado al parlamento de Andalucía, y según los medios de comunicación españoles, su llegada ha sido un gran éxito. 

Y es muy curioso que los medios consideren que un partido que ha conseguido 15 diputados con sólo un año de existencia ha fracasado estrepitosamente, y que, en cambio, un partido con nueve años de existencia y que ha logrado 9 escaños ha cosechado un gran éxito. Seguramente se deba a que al final han tenido que reconocer que la ciudadanía pide un cambio, y que puestos a que éste ocurra, mejor arrimarse a la alternativa que suponga el menor cambio posible, o al menos que proponga cambios que no supongan un proyecto de ruptura.

Sea como fuere, en Andalucía todo sigue casi igual. Casi, porque el PP se halla en caída libre tras haber sido el partido más votado la última vez. Es una buena noticia. Eso, y la llegada de las alternativas para quedarse. Lástima que la ciudadanía de Andalucía halla escogido antes malo conocido que bueno por conocer. Pero puede que la próxima vez tanto el bueno como el malo ya sean suficientemente conocidos como para que las andaluzas y los andaluces decidan apostar por un cambio de verdad. Andaluces, levantaos.

ECG.