martes, 20 de marzo de 2018

Represión, pececitos y cadenas perpetuas

Ayer domingo pasó cerca de mi casa una manifestación bastante peculiar. Su concurrencia eran mayoritariamente familias y personas de mediana edad o superior, casi todos llevando algun objeto o prenda de color azul (como pidieron en la convocatoria de dicha manifestación). Según avanzaban, iban coreando "¡pe-ce-cito!". Era ni más ni menos que una manifestación de apoyo a Gabriel Cruz, y por lo que se comenta, el hecho de que tuviera lugar dicha manifestación en Girona, bastante lejos de Almería, se debía a la presencia de familiares de la víctima viviendo en tierras gironinas, quienes precisamente eran los organizadores de dicha manifestación.

Todo el caso de Gabriel Cruz ha dado mucho de qué hablar. Los hechos han sido escalofriantes, dignos de un capítulo de "Mentes Criminales", destapados por la "operación Nemo". Pero pese a todo, la motivación de dicha manifestación escapa a mi comprensión. ¿Por qué? El caso está cerrado, la persona culpable está identificada y a disposición del juez. ¿Por qué se realiza una manifestación de apoyo al fallecido Gabriel Cruz tan lejos de su hogar? De estar el menor desaparecido, sería totalmente lógica y comprensible una manifestación de apoyo, aquí o en Tombuctú. De desconocerse al asesino, también tendría sentido una manifestación para visibilizar la repulsa respecto a los hechos y para apremiar a que fuera identificada y detenida la persona culpable. Pero teniendo en cuenta que la asesina ha sido detenida y se haya a disposición judicial, ¿qué sentido tiene una manifestación de apoyo a la víctima precisamente en Girona? Me cuesta entenderlo.

Dejando de un lado dicha cuestión, el caso ha sido explotado de forma pornográfica por todos los medios de comunicación sensacionalistas, sobrepasando todos los límites éticos imaginables. Así mismo, las redes han hervido con mensajes de apoyo y tristeza, pero también con insultos machistas y xenófobos hacia la asesina del pequeño, que ha resultado ser mujer y dominicana. Aquí radica, a mi juicio, el problema principal del asunto: explotar la polémica y el escándalo para sacar a pasear actitudes fascistoides impunemente. Ahora el gobierno, con el apoyo de sus satélites, quiere endurecer aun más el código penal, aprovechando el momento de indignación ciudadana.

El estado español es el país europeo con la tasa de criminalidad más baja, pero con el mayor número de presos y el código penal más duro. Vivimos en los últimos años un aumento exponencial de la represión, materializado en la represión contra Cataluña y en las detenciones a raperos y otros músicos. Muchas libertades se están violando sistemáticamente, el gobierno español está quitándose la careta y mostrando su lado más fascistoide, y una parte de la ciudadanía lo aplaude sin ser consciende de que está cavando la tumba de sus propias libertades. Casos como el de Gabriel Cruz a cualquier persona con un mínimo de sensibilidad le horrorizan, e incluso es natural que hierva la sangre, pero esta indignación puede embriagar los sentidos, y en plena borrachera de ira uno puede no ver lo que realmente está ocurriendo. Que haya habido un asesinato escalofriante no es motivo para dar carta blanca para endurecer el código penal. El sistema penitenciario no sirve para "vengarse" de quienes infrinjan la ley, sino para reinsertar, pero una parte muy importante de la ciudadanía española todavía vive en la ley del Talión, preferiría realizar linchamientos como los del salvaje Oeste precisamente porque no tiene una educación basada en los derechos civiles ni en los valores democráticos. Casos como éste evidencian una cultura democrática ausente, y por ello medidas represoras son bienvenidas por gente acostumbrada a ser súbditos airados en vez de ciudadanía libre.

Así mismo, que Ana Julia Quezada sea una psicópata asesina, fría y amoral como el mismísimo Tom Ripley, no da derecho a absolutamente nadie a proferir insultos machistas, racistas ni xenófobos. La cultura del insulto también se haya muy extendida, y parece que algunos aprovechan siempre la menor oportunidad para poder escupir libremente su racismo y machismo en forma de bilis. Y por si ésto fuera poco, además se aprovecha para atacar sin piedad a todo aquel que se atreva a recordar a la gran turba de insultadores que hasta la peor asesina del mundo también tiene derecho a ser juzgada como cualquier otra ciudadana. Hasta algún troll ha aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid para hacerse pasar por vocal de Podemos y defender a la encausada, con obvias intenciones de perjudicar a la formación.

A mí personalmente me preocupa cada vez más esta oleada de apoyo acrítico a la deriva fascistoide del gobierno español. Ya se le ha llamado la atención a España por casos como el de la quema de fotos del rey, y cada vez más se compara muy acertadamente al estado español con Turquía. Pero si hay un gobierno así es porque hay una parte de la ciudadanía que le da su apoyo, y eso es muy peligroso. Ahora más que nunca es cuando son necesarios valores cívicos y democráticos, no callarse ni dejarse amedrentar por los insultos y linchamientos internáuticos, ni tampoco dejarse embriagar de bajas pasiones. El asesinato ha sido una tragedia inhumana, pero la deriva autoritaria del gobierno español es un peligro mucho más alarmante del que es necesario estar muy pero que muy atentos.

ECG.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo con tu entrada, Enric. Un único pero: como bien dices, Ana Julia tiene, como cualquier ciudadano, derecho a un juicio justo y, por ello, debes modificar tu calificativo de "asesina" por "sospechosa de asesinato" (a pesar de su confesión) porque, en un Estado de Derecho, la presunción de inocencia debe mantenerse hasta que haya sentencia firme.
    Por otro lado, secundo tu afirmación de la deriva fascista (me gusta más el término, por duro, que "fascistoide") del Gobierno de España, del Estado español, sin circunscribirlo expresamente al Partido Popular, puesto que el Partido Socialista y Ciutadans secundan estas políticas retrógradas y totalitarias.
    Ignasi

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